Capítulo 1
Nadie nos preguntó en qué momento de nuestra vida debíamos
encontrarnos, ni tampoco cuando decidí dejar de verle para buscarle en
cualquier lugar de esta inmensa ciudad. Porque yo me engañaba. Ya me había
dejado mecer y arrastrar. A mí, la libertad me sentó fatal y a él le dio una
nueva vida. Tenerlo todo y no saber qué hacer con todo porque nadie te ha
enseñado que la felicidad estaba en las cosas más pequeñas. Y el problema sigue
siendo que todavía hoy le espero en la S Greifswalderstraße pensando que somos
justamente algo pequeño y que en realidad puede que así sea porque no somos
nada comparado con lo que es todo. Todo fue para él huir de un país en guerra y
refugiarse en una tierra ajena. Algo tan inusualmente común en la Alemania de
hoy. Un número más en esas listas infinitas. Listas que esta vez les abrían la
puerta a la vida. Listas infinitas en las que estaba su nombre oculto entre
tantos otros. Y así se sentía él, infinitamente pequeño. Pero yo le veía
enorme, siempre me pareció gigante. A veces creo que todo nos quedó grande
desde un principio. Algo que se nos murió en las manos sin darnos cuenta.
Desde entonces, nunca he vuelto a sonreír al ver la luz gris
iluminar mi habitación de la Bötzowstraße. Soy un ser enfermo que se enamora en
un instante y al otro le encuentro el desencanto propio de un matrimonio
cansado de muchos años de convivencia. Estoy enfermo de algo tan absurdo como
es querer a alguien que no puede amar. Durante esos días de diciembre me notaba
acorralado entre lo que yo esperaba y lo que había sido en realidad. Cuando
llegué a Berlín me juré que no iba a volver a morirme de ansiedad. Esta era la
ciudad perfecta para volver a sentirse vivo. Abandonarme a la idea de que el
tiempo todo lo cura era una absurda locura propia de mí. Abandonar la
responsabilidad. Siempre he querido abandonar esa carga que he arrastrado desde
bien pequeño. Ese debe de ser el secreto de la eterna juventud.
Aquel día, cuando llegué a casa después de una reunión con
los Amigos de la Cruda, le encontré el desencanto a pensar que hubo amor donde
nunca lo hubo. Nos mató la libertad de poder querernos y ahora solo veo a dos
enfermos que no supieron quererse nunca.
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