domingo, 19 de noviembre de 2017

Capítulo 1


Capítulo 1

Nadie nos preguntó en qué momento de nuestra vida debíamos encontrarnos, ni tampoco cuando decidí dejar de verle para buscarle en cualquier lugar de esta inmensa ciudad. Porque yo me engañaba. Ya me había dejado mecer y arrastrar. A mí, la libertad me sentó fatal y a él le dio una nueva vida. Tenerlo todo y no saber qué hacer con todo porque nadie te ha enseñado que la felicidad estaba en las cosas más pequeñas. Y el problema sigue siendo que todavía hoy le espero en la S Greifswalderstraße pensando que somos justamente algo pequeño y que en realidad puede que así sea porque no somos nada comparado con lo que es todo. Todo fue para él huir de un país en guerra y refugiarse en una tierra ajena. Algo tan inusualmente común en la Alemania de hoy. Un número más en esas listas infinitas. Listas que esta vez les abrían la puerta a la vida. Listas infinitas en las que estaba su nombre oculto entre tantos otros. Y así se sentía él, infinitamente pequeño. Pero yo le veía enorme, siempre me pareció gigante. A veces creo que todo nos quedó grande desde un principio. Algo que se nos murió en las manos sin darnos cuenta.

Desde entonces, nunca he vuelto a sonreír al ver la luz gris iluminar mi habitación de la Bötzowstraße. Soy un ser enfermo que se enamora en un instante y al otro le encuentro el desencanto propio de un matrimonio cansado de muchos años de convivencia. Estoy enfermo de algo tan absurdo como es querer a alguien que no puede amar. Durante esos días de diciembre me notaba acorralado entre lo que yo esperaba y lo que había sido en realidad. Cuando llegué a Berlín me juré que no iba a volver a morirme de ansiedad. Esta era la ciudad perfecta para volver a sentirse vivo. Abandonarme a la idea de que el tiempo todo lo cura era una absurda locura propia de mí. Abandonar la responsabilidad. Siempre he querido abandonar esa carga que he arrastrado desde bien pequeño. Ese debe de ser el secreto de la eterna juventud.


Aquel día, cuando llegué a casa después de una reunión con los Amigos de la Cruda, le encontré el desencanto a pensar que hubo amor donde nunca lo hubo. Nos mató la libertad de poder querernos y ahora solo veo a dos enfermos que no supieron quererse nunca.

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