Flores blancas en tu boca.
Flores lilas en tus ojos.
Enterrad los latidos que han dejado de querer.
Callado y ciego
te confieso que vivo enamorada de un golpe.
El suelo me espera
Me vuelves polvo.
Tengo cinco lunas en el pecho
y una cruz en tu nombre.
No hay casa.
No hay carretera.
No había nada
y lo hemos perdido todo.
Me quiso y le quise.
No es ansiedad.
Es pánico.
Buscábamos aire
pero había polvo,
en la cama,
en las manos frías
en la voz.
Buscábamos aire.
Me gustaría poner flores sobre tu cuerpo,
y el último aliento de tu nombre
en la piedra con la que tropiezas.
L. Peiró
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