jueves, 7 de abril de 2016

Han hablado de tantas cosas



Han hablado demasiado de tantas cosas. Han hablado, por ejemplo, de universos infinitos, donde pasar las horas muertas del insomnio que es quererte. Dirán que estuvieron allí, que nos conocieron y nos abrigaron del frío, que fueron la espina en nuestro tallo. Dirán que nos conocieron mientras cruzan los dedos en un impulso infantil.

Tu cuerpo y el mío se proyectan y nuestra piel es un espejo roto.

Han hablado de una cueva donde hay miles de estrellas que no se pueden tocar. Nosotros estuvimos allí cuando te quise celeste y me pinche con todos tus vértices para tenerte bajo la piel. Eras dura, pura y adictiva. El vicio que estaba buscando.

Tu cuerpo y el mío se proyectan y nuestra piel es un espejo roto.

Han hablado de paraísos inventados, de arena, de sal. Hemos vuelto. Los ciegos volvieron a mirar. La sal seguía en nuestro cuerpo, la arena del reloj en el bolsillo. Hablaban de un mar donde naufragar. Pero nosotros ya nos habíamos ahogado. En tu boca, mi lengua, como pez en el agua.

Tu cuerpo y el mío se proyectan y nuestra piel es un espejo roto.

Han hablado demasiado de tantas cosas. Nosotros callados, vestidos de silencios, recuperamos el tiempo de todos los besos que no nos curaron, se reinventan. Nosotros callados, el dedo en la yaga del cuerpo donde el espejo no proyecta el infinito, donde existimos y nos falta insomnio para querernos, donde si te quiero encontrar, sólo he de mirar debajo de mi piel. Allí, donde curas beso a beso, cada parte de mi cuerpo.

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