lunes, 28 de agosto de 2017

Una habitación propia


Mi abuelo siempre me decía que el mejor sombrero es una cabeza bien amueblada. De pequeña siempre me imaginaba el interior de mi cabeza como una habitación vacía. Mi obsesión era llenarla de cosas bonitas. Las primeras cosas que se quedaron en mi habitación fueron dibujos de peces que intentaba copiar de una enciclopedia del mundo marino en la que aún se puede leer "Propiedad de Larisa Peiró". Yo quería ser una niña guapa, tener cosas bonitas como todas las niñas de mi clase. Me ponía la ropa de mamá y jugaba a maquillarme como las chicas mayores. "¿Así estoy más guapa? preguntaba a menudo. Entonces me daban un libro y me decían "toma, sé guapa". 

He crecido y en mi habitación hay muchas cosas. Suelos de madera, paredes blancas y supongo que los muebles deben de ser del Ikea. He crecido pero esa habitación es mía. No tiene llaves, no tiene puertas pero nadie puede entrar. Ahí soy yo. 


No es necesario brillar. No es necesario ser nadie más que uno mismo
Virginia Woolf
¿Sabes? He besado a muchos chicos. También a chicas. Muchos me han dicho te quiero. Pero solo una persona me ha dicho "Lara, que inteligente eres". Eres guapa por lo qué eres y no por cómo eres. Te quiero por ser tú, por verte hablar, por verte callar (si el amor existe, tenemos que ser nosotros).



Aunque me hubiera gustado que fuera mi padre el que me enseñara esta pasión por los libros, está pasión por la literatura y esta pasión por la mujer, fue mi abuelo el que me dio los mejores consejos. Y aunque no fuera mi padre, hizo de tal durante mis primeros dieciocho años.  Woolf decía que para ser escritora de ficción una mujer tenía que tener dinero y una habitación propia. Qué razón...No fue hasta que tuve dinero y me fui de mi país para encontrar una habitación en otra ciudad extranjera, cuando empecé a escribir libremente. Cuando me daba igual que me leyeran. Cuando me sentí más libre que nunca.


Es obvio que los valores de las mujeres difieren con frecuencia de los valores creados por el otro sexo y sin embargo son los valores masculinos los que predominan.
Virginia Woolf 



Es curioso. Mi abuelo tan libre pero mi abuela nunca tuvo las oportunidades que tuve yo dentro de su casa. El otro sexo impone al débil. El débil es aquel que no quiere aprender, que no quiere saber. El débil es quien no lee. El débil puede tener polla y puede tener coño. El débil es de género neutro.


No hay barrera, cerradura, ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente

Virginia Woolf



¿Sabes? Algún día quiero ser madre y decirle "toma, sé la persona más guapa del mundo". Quiero enseñarle que todos podemos tener una habitación. Quiero darle libertad. Quiero que viva, no que sobreviva. De Woolf he aprendido que la vida son olas. La marea sube igual que baja. El tiempo pasa. Dejamos un rastro en la arena tan efímero que hasta un pez tiene más memoria que nuestros seres más queridos. Es curioso. Con 23 años decido leer Una habitación propia de Virginia Woolf aunque lleve precisamente 23 años haciéndome esa habitación. La he encontrado, en tus manos, en tu libertad y en tus ganas de verme más guapa cada día. Y no. No soy feminazi. Simplemente aún hay mucho espacio en mi habitación.



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