miércoles, 25 de noviembre de 2015

es ella.



Reflexión de una felicidad ebria

Es un día gris, como el de ayer y como el de mañana. Hoy he leido esto:


"A menudo, cuando regresaba trabajosamente a casa, con la petaca vacía, la cara ardiéndome en la brisa matutina como si acabase de quitarme el maquillaje teatral, con una palpitación de dolor que me resonaba en la cabeza a cada paso, examinaba por todos lados mi insignificante felicidad, y me maravillaba, me apiadaba de mí mismo, y me sentía
abatido y asustado."

Me he acordado de mi última reunión con la Asociación de Amigos de la Cruda (AAC) en Berlín. Unos extranjeros que vivimos en la misma ciudad... Me he sentido identificada con cada letra de esa frase. La decadencia no es de mi persona, la decadencia es de la ciudad, de sus vicios pervertidos, porque hoy escribo yo en el 2015 pero un extranjero ruso de nombre Vladimir escribió eso en 1930 mientras vivía aquí, y Berlín ya era igual que ahora.



L. Peiró

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