miércoles, 23 de marzo de 2016







Marzo se presentaba idealizado. Había dejado atrás el frío que durante tantos meses se había convertido en mi hogar para volver a mi tierra. En uno de mis paseos me encontré, a principios de este mes, con Ana Rossetti y su nuevo poemario, entre los muchos libros que ahora llaman poesía.

Me lo lleve como lectura para abril pero una inesperada fiebre alta me ha tenido de baja durante la gran semana que esperaba desde que llegué a Valencia. La cita con "Deudas contraídas" se adelantó.

No suelo escribir críticas de libros, prefiero dedicarme a traducir pero "Deudas contraídas" despertó una melancolía en mi que quise compartirla. El tema en el poemario estaba claro. Si pensamos en nuestro mundo pensamos en deudas y Ana Rosseti nos presenta una poesía social a través de un lenguaje totalmente transparente. La realidad es cruel, cada día somos más pobres y los ricos nos piden más. De nuestra infancia feliz queda más bien nada y el tiempo pasa mientras vamos dejando deudas por el camino. Este mundo se apoya en la poesía, las palabras buscan ensalzar la belleza que a veces olvidamos entre tanta carta del banco y tanto recibo.

En el poema Historial de aprendizaje, se enumera una sucesión de recuerdos primordiales siempre enmarcados en el dolor (la primera enfermedad grave, la primera caída, el primer parto...). Con ese lenguaje simple uno recuerda que el dolor siempre te va a coger de la mano en el "caminito" que llamamos "vida".

Uno de los poemas que más me hizo pensar y reflexionar sobre esta sociedad asquerosa en la que vivimos fue el poema "Paisaje Urbano". El hambre se convierte en el nombre de todas las injusticias. El hambre se convierte en nuestra realidad. El hambre duele demasiado en el estómago.


"Hambre vacío, Hambre náusea, Hambre temblor,
           enajenación y ceguera. Hambre sonámbula." 
 

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